La semilla del amor eterno.
La oscuridad al amor asesinó, el emperador con tristeza se consumió,
y en la negrura de su corazón, el universo se rindió.

La noche cubrió al emperador, y en la sombra una rosa floreció,
el tiempo la protegió, y el universo se estremeció.

La noche rugió, y la reprimenda se desató,
una estrella brilló, y el infinito entero palpitó.

El tiempo la cuidó, pero la rosa lo punzó,
su sangre la cubrió, y el amor renació.

La rosa creció, más el cuervo la encontró,
el emperador triste miró, cómo el cuervo la devoró.

La rosa pereció, pero su semilla sobrevivió,
ahí donde se desangró, un rosal surgió.

El cuervo observó, cómo el emperador se enamoró,
y a la noche traicionó, de ella, el cuervo se alimentó..

En el vasto universo de Sailor Moon, a menudo encontramos intersecciones extraordinarias entre la mitología clásica y la magia de la fantasía que se suelen abordar con complejidad. Esta obra es precisamente una de esas encrucijadas donde la mitología griega se encuentra con la icónica serie de Sailor Moon dándo un giro argumental al abordar la trasgresión del tiempo. En el centro de esta convergencia, emergen dos guardianas del cosmos, Sailor Pluto y Sailor Saturno, como protagonistas tácitas en una historia que explora las consecuencias del amor de una madre quien se rehúsa a perder a su hija.

Desde los primeros compases del de la obra hasta el dramático desenlace, esta saga fusiona los elementos de la mitología griega con el poderoso relato de la eterna lucha entre el bien y el mal personificado en las entrañables Sailor Pluto y Sailor Saturno. A través del prisma de una visión artística personal, he buscado darle un protagonismo exacerbado, una renovada voz en torno una línea temporal de ficción a Sailor Moon.

Esta obra trágica es un tributo a la complejidad de la mitología griega que intenta darle un sentido distinto y homenajear a la fascinante serie Sailor Moon, donde los límites entre lo divino y lo humano se desdibujan, y la esencia misma del tiempo se convierte en el lienzo sobre el cual se pintan las tragedias y los triunfos de nuestros protagonistas.

Devoradores Inicuos (Fanfic)

Acto I Conflicto Eónico

El rugido del Apocalipsis resonará como un eco eterno, recordando a los mortales y divinos por igual la fragilidad de la omnipotencia autoimpuesto.

En el principio de los tiempos, antes de la existencia de los olímpicos y los titanes, el cosmos estaba gobernado por los dioses primigenios, seres de una fuerza y una potencia inimaginables. En este mundo primordial, el amor y la oscuridad eran dos fuerzas opuestas, pero también complementarias. Eros, la diosa del amor, era una figura radiante y luminosa, que representaba la fuerza creativa y la unión de los contrarios. Erebo, el dios de la oscuridad, era un ser sombrío y misterioso, que representaba la fuerza destructiva y la separación de los contrarios.

Entre Eros y Erebo surgió una pasión prohibida, que amenazaba con destruir el equilibrio del cosmos. La diosa del amor, seducida por la fuerza oscura del dios de la oscuridad, se entregó a él sin reservas. De su unión nació una estrella, un astro híbrido que combinaba el amor y la destrucción.

Este nacimiento provocó una gran conmoción en el mundo de los dioses primigenios. Algunos veían en el nuevo ser una amenaza para el orden establecido, mientras que otros lo consideraban un símbolo de esperanza. Fue llamada La Estrella del Amanecer.

Nyx, la hermana de Erebo, enfurecida por este nacimiento, ordenó a sus hermanos levantarse contra Eros y asesinar a su hija cómo retribución cósmica. La guerra entre los dioses primigenios estalló cuando Eros, decidida a proteger a su hija, se les enfrentó. A Eros se unieron los dioses de la luz y el orden, mientras que Nix se alió con los dioses de la oscuridad y el caos. La batalla fue larga y sangrienta, y al final Nyx salió victoriosa.

Cuando Eros murió, Erebo quedó devastado. Su amor por ella era tan grande que no podía imaginar su vida sin ella. Nyx, la diosa de la noche, se aprovechó del dolor de Erebo, lo sedujo y se casó con él. Nyx quien era una diosa vengativa, condenó a la hija de Erebo y Eros al mundo inferior cumpliendo una maldición de muerte eterna.

Nyx convocó a sus hijos y les ordenó que encontraran el cuerpo de Eros. Cuándo su cuerpo fue encontrado lo llevaron al Tártaro, los hijos de Nyx la devoraron y regurgitaron en una tumba maldita. Eros fue encerrada en una prisión eterna. Despojada de su belleza y su poder, fue condenada a vivir en la oscuridad y el frío para siempre.

Acto II Renacimiento

En la Rosa, se tejió su lamento,  en sus espinas, su pasión y tormento. El tiempo la acogió y en su legado, ella sobrevivió.

En el lugar donde Eros se desangró, una hermosa rosa nació, sus pétalos de su sangre se tiñó y de su cabellera verde su tallo se forjó. Su perfume era embriagador, y su belleza irresistible. Los dioses del Tártaro, hijos de Nyx, se acercaron a la rosa con curiosidad. Nunca habían visto nada igual, su resplandeciente aura atrajo a los mismos Dioses del orden.

Chronos (Eón, primordial), el Dios del tiempo, fue el primero en ver la rosa, emocionado por su belleza se detuvo a contemplarla. La rosa desafiaba a la oscuridad y la muerte. El sabio se acercó y la tocó. Al hacerlo, se pinchó con sus espinas, el dolor fue tan intenso que lo hizo gritar de dolor, su sangre se derramó y una gota viajó por el universo, se estrelló en un planeta lejano destruyendo todo a su paso, y así La Princesa de Pluton nació.

En ese momento, la rosa brilló con un resplandor especial. Su color granate se intensificó y sus espinas se volvieron más fuertes. El Dios del tiempo se dio cuenta de que la rosa era especial. Lo que presenció fue una manifestación de poder divino, que se había producido en dónde Eros murió.

Chronos, conmovido por tal elegancia decidió proteger la rosa. La llevó lejos de los confines de Nyx y su hueste, cuidó de ella con amor y dedicación, la regó con el agua del río del tiempo, y la alimentó con la luz de las estrellas. Sin embargo la rosa se marchitó y su aura se apagó; entristecido recordó que esta, alguna vez resplandeció en presencia de sangre, por ello se cortó para que bebiera de él, la rosa mejoró, pero esta vez no reverdeció.

Éter, quien miraba desde la distancia envió un mensajero hacia Chronos, diciéndole que la rosa que había encontrado en el corazón del tártaro era el espíritu de Eros, quien se había aferrado a un brote de vida, pero que ésta, estaba maldita; la rosa no era hermosa, sino una terrible prisión que asfixiaba a Eros alimentándose de su sangre, y cuándo el Dios Chronos se cortó la Rosa se alimentó de él y de aquellos en aquel planeta lejano. Éter lo instruyó a que destruyera la Rosa, pero el sabio no lo hizo; enamorado, la atrajo como su hija y la consagró con el derecho a su sangre, para que así pudiera vivir una vez más.

Nyx quién estuvo espiando desde su trono de obsidiana miró lo que ocurrió, comprendió que en esa rosa maldita, la Diosa del Amor sobrevivió y la gota de sangre del Dios Chronos, en su avatar se convirtió.

Acto III Atormentada

Dentro de la primogénita de Cronos , Eros habitó. Por el poder del amor a través de todas las eras el universo rugió.

El planeta de los muertos llamó la atención de Ananke Diosa del destino primordial, guardiana de los confines del devenir cósmico, Nyx sabía que esto era una amenaza para ella. El regreso de Eros significaba que el equilibrio del cosmos estaba en peligro Pero la penumbra no estaba dispuesta a rendirse con la conquista del universo, incluso si eso significaba retar los designios primordiales.

La penumbra convocó a sus hijos, los dioses de la oscuridad, y les ordenó que encontraran a la niña Eros. Las sombras de Nyx viajaron por el universo buscándola incansablemente durante mucho tiempo. Finalmente, la encontraron en el planeta Plutón, Nyx la bautiza cómo “Alyssa Dei Sanguinum”, que significa “Noble, de Sangre Divina” como una ironía sobre su nacimiento y recordatorio sobre su tormento, pues su nombre también estaba inspirado en el Alyssum, dicha planta se creía capaz de curar la locura, pero no era así por lo que quien la padeciera inútilmente era tratado contra ella.

Nyx confió a Alyssa a los cuidados de Abrahel, ahora sucesora de Némesis, la diosa de la venganza quien murió en la gran guerra cósmica. Abrehel era una diosa cruel y despiadada, y no tenía ningún interés en proteger a Alyssa. La niña creció en un mundo de oscuridad y terror, condenada a vivir en la oscuridad y el frío, ella lloraba en la soledad. No entendía por qué estaba allí, ni qué había hecho para merecer ese castigo.

Un día, Alyssa estaba llorando en la oscuridad cuando apareció Nyx, la diosa de la noche. La Penumbra se compadeció de la niña y le ofreció un regalo: la “Estrella del Amanecer”, un astro mágico que iluminaría su vida. Alyssa aceptó el regalo con alegría. Desde entonces Alyssa ya no estaba sola, tenía una estrella con quien jugar en medio del vacío absoluto. Sin embargo, el las intenciones de Nyx no era lo que parecía. “La Estrella del Amanecer” estaba conectada con la fuerza del amor primordial, fruto de la relación prohibida entre Eros y Erebo, que era la única fuerza capaz dominar el universo.  Nyx sabía que dicha estrella moriría eternamente, y esto haría enloquecer a Alyssa.

Ananke, guardiana del devenir cósmico, observó los acontecimientos. La diosa del destino congregó a sus tres nornas, Skuld, Urd y Verdandi. Las cuatro diosas se reunieron y parlamentaron tajantemente. Urd tejió el hilo de destino. Skuld cortaría el hilo, y Verdandi se encargaría de llevar el plan a cabo.

Acto IV Locura

Cuándo el brillo destiló, la oscuridad la invadió, el amor sufrió y en una agonía infinita su cordura se consumió.

Alyssa se habituó a la presencia de La Estrella del Amanecer. Su brillo era su única guía en el mundo de la oscuridad. La niña de ojos esmeralda jugaba bajo la luz de su estrella durante horas, imaginando que estaba en un mundo de luz y amor. Un día, mientras estaba jugando, ésta empezó a palidecer. Alyssa gritó de horror mientras la estrella se apagaba por completo. La pequeña niña estaba destrozada. La estrella era lo único que tenía y ahora se había ido. No entendía por qué había muerto. Alyssa pasó los años siguientes llorando por su muerte. No podía creer que realmente se hubiera ido.

Un día, Alyssa vio algo extraño en el cielo. Era la luz de una estrella pequeña y débil, que se sentía familiar, encantada por su brillo enmudeció, la estrella había vuelto a la vida. Alyssa, con una madurez palpable pasó los días siguientes observando la estrella entre lágrimas preguntándose porque estaba tan lejos de ella, pero feliz de poder ver su brillo de nuevo, tristemente la estrella murió pronto. Esto se repitió muchas veces atormentando a Alyssa, la esencia de Abrael era la causante de dichos males. Alyssa sólo podía mirar hacia el cielo para encontrar confort en el brillo condenado de su estrella sin saber exactamente qué era lo que ocurría.

Poco a poco Alyssa perdió la razón, y dónde una vez hubo virtud ahora ira y desesperación. Alyssa se obsesionó con su estrella, no podía dejar de pensar en ella. Quería entender por qué moría, y cómo podía evitarlo, dentro de ésta locura decidió que tenía que encontrar la manera de evitar su inexorable destino, incluso si eso transgrediera los designios del devenir cósmico.

Alyssa viajó por el universo en busca de su estrella pero no podía encontrarla, era cómo si una fuerza mayor se opusiera a ella. Cuándo estaba a punto de rendirse encontró un hilo de luz que la llevó a un lugar desconocido. Alyssa siguió el hilo y la encontró, la estrella nacía en un planeta lejano llamado Tierra, no tan lejos de dónde ella nació, confundida por tal revelación allí acudió. Observó el sistema solar, un lugar en el universo dónde la vida floreció y dónde sus propios Dioses gobernaron.

Alyssa vio la atrocidad que era la humanidad y sus Dioses. Vio la guerra, la pobreza, la enfermedad y la muerte. Alyssa se acercó al planeta y observó que su estrella había reencarnado en una niña, quien era pequeña y frágil, quien estaba rodeada de oscuridad, se dio cuenta de que la pequeña estaba atrapada, nacería y moriría sin ser feliz, en un mundo lleno de dolor y sufrimiento infinito.

Acto V Por Siempre

El odio abusó del amor, y de su relación un frenesí devorador se desató; el universo enfermó y la penumbra se regocijó.

Alyssa observó el sufrimiento y el dolor que los humanos se causaban a sí mismos y a los demás. No podría creer que su estrella estuviera condenada en un lugar así. Alyssa se dio cuenta de que el ciclo de vida y muerte parecía suceder por una serie de sucesos trágicos que involucraban los designios de sus Dioses menores. Enfurecida por tal egoísmo decidió intervenir, cayendo así en la trampa de Nyx.

Abrahel quien desde las sombras observaba las acciones de Alyssa, no había dejado nada a la suerte; aunque sus acciones estaban encaminadas hacia los designios de su madre, ella, tenía otros planes. Desde mucho tiempo antes se instaló en el sistema solar, llevando la plaga del odio a los rincones del sistema solar, destruyó los pilares de la creación y el amor. Pero hubo algo que la inquietó, y era la existencia de un ser que podía viajar por las eras sin importar las reglas del tiempo establecidas por el devenir cósmico, un ser que se resistía a abandonar toda esperanza. Abrahel sabía que ésta criatura tenía un don especial, el don de la trascendencia dentro del devenir cósmico.

Abrahel aprovechó las distracciones de las nornas, y cambió el rumbo del destino; la Diosa malévola comprendía las reglas divinas del legado primigenio y las profanó. Corrompió a la nieta de la Diosa de la Luna y poseyó su cuerpo, destruyó los vestigios antiguos de su leyenda y creó una historia infame de su legado, el favor de las acciones de La Diosa de la Retribución llegó a oídos primordiales, quienes aplaudieron su justicia en contra de la transgresión temporal.

A través de la eras se interrumpió el ciclo de la muerte, Beenban (Reencarnación de Thanatos) se presentó para reclamar las muertes de aquellos que no querían llegar, y ahí halló una prodigiosa aberración, una paradoja que devoraba todo a su paso. La plaga extinguía la vida, apagando las estrellas estelares dejando un vacio absoluto a su paso.

Lamasthu era la existencia prohibida de la unión de dos seres incompatibles, la primogénita de Chronos y la nieta de la Diosa de la Luna. Abrahel se había aprovechado de Alyssa violentándola haciéndola dar a luz a una hija prohibida, quien ahora existía con el don de la trascendencia del devenir cósmico protegida por el legado de la divinidad primigenia, de modo que la mera existencia de Abrahel, diosa de la justicia y retribución se perpetuaría por la eternidad, eludiendo la sucesión divina del devenir cósmico, gobernando por encima de los primigenios.

Acto VI En el Nombre del Amor

Donde el sufrimiento se enraíza y el dolor se expande, una sombra oscura pervive, mientras el ente paradójico, la muerte prohíbe.

Las Nornas, las tres diosas del destino, observaban con tristeza el estado del universo. La plaga del odio y el rencor se había extendido por todas partes. Sabían que el amor era lo único que podía detener este mal, pero también sabían que éste estaba cegado por su propia ira. La plaga del odio se había extendido por todo el cosmos, y la vida se extinguía a su paso.

Alyssa, se dio cuenta que su estrella era prisionera de una cárcel atemporal, atrapada bajo la premisa de una destrucción que nunca llega, incumpliendo su propósito sin poder trascender, siendo participe de una historia aberrante que se repetía una y otra vez, en la cual el egoísmo de la Diosa de la Luna tenía cautiva el brillo estelar más puro del universo para evitar la muerte de su infame legado a través de las eras, el Reino de Plata.

Tras la última muerte de Sailor Saturno, Alyssa instruyó a la Princesa de Plutón de ésta era a encontrar y destruir a Sailor Chibi-Moon, puesto que el avatar de la Diosa Eros estaba sujeta a las reglas del devenir cósmico y no podía intervenir directamente. La hija de la tierra y la luna fue perseguida por la Princesa de Plutón,  durante esta cruenta persecución el Príncipe Endymion muere por su causa, creando una discordia entre las Sailor Senshi, quienes se dividieron en dos grupos, las Inner-Senshi quienes están en contra de Sailor Pluto y las outter-Senshi quienes estaban a favor de su propósito.

En el planeta del olvido, desde su palacio, Alyssa observó la muerte del Principe Endymion y cómo la niña del futuro profano cruzaba mares y océanos cada vez más acorralada; con la victoria en la punta de la lengua enmudeció de forma abrupta; pues el caos reptante se presentó en el planeta tierra de manera repentina, alimentándose de la muerte atrayendo los demonios del final de los tiempos. Los actos iracundos de los Dioses convergieron en la tierra atrayendo la atención de los Primigenios, quienes inquietos se reunieron con Ananke, quien les índicó que:

 “El devenir cósmico exige que el amor y el odio estén en equilibrio. Cuando el odio se vuelve demasiado poderoso, el universo se desequilibra y se produce el caos, dicho caos es una fuerza que se alimenta de la destrucción provocada por la ausencia de amor, en éste sentido, el amor ha de suceder para restablecer el equilibrio de todas las cosas.”

Acto VII Polvo Estelar

La sucesión se dio cuando la oscuridad reinó. Al final del fulgor el mal triunfó, el devenir cósmico su destino selló.

Lamasthu es una figura trágica. Es el producto de la unión de dos fuerzas opuestas, y su existencia misma es una contradicción. Es una fuerza de destrucción que está protegida por la fuerza de la creación.

Por encargo de Ananke las nornas viajan al pasado, al momento en que Alyssa y Abrahel se conocieron. Pero no pueden hacer nada, pues fueron ellas mismas las que produjeron este acontecimiento, intentan evitar que Alyssa caiga en la trampa de Nyx, pero no lo logran. Las nornas viajan al futuro, al momento en que Lamasthu está a punto de destruir el universo. Ellas ven la batalla de los Dioses Primordiales contra Lamasthu, y a pesar de que por momentos pareció que ella era derrotada terminó por triunfar y el silenció oscuro reinó sin vida por siempre.

Las nornas entendieron esto cómo una manifestación de las sucesiones divinas que nunca ocurrieron, el proceso por el cual los dioses son reemplazados por otros. Este proceso es controlado por el devenir cósmico en aras de mantener el equilibrio de todas las cosas de lo que existe y lo que no. Lamasthu no era el enemigo; sino aquel ente que retribuiría las penas de todos los que las merecieran.

El devenir cósmico es un conjunto de leyes y reglas que rigen el universo. Estas leyes son inviolables y están destinadas a mantener el equilibrio y el orden. Una de las reglas más importantes del devenir cósmico es la regla del tiempo. Esta regla establece que el tiempo es un flujo continuo e irreversible. No se puede viajar en el tiempo, ni se puede alterar el pasado.

Así las nornas lo entendieron todo y regresaron al presente, justo cuándo Alyssa usó el brillo estelar de las guardianas del sistema solar para hacer que su estrella brillara una vez más, con la complicidad interesada del Emperador Erebo, incurriendo deliberadamente en una falta grave. Mientras esto ocurría Abrahel tomaba posesión por segunda vez de Chibi-Moon, en un giro intrépido del destino, hallando un hueco en la línea del tiempo para perdurar en la nueva era.

La Estrella del Amanecer brilló con fuerza sobre los cielos de la tierra, amadrinada por Alyssa Dei Sanguinum, quien veía su sueño convertirse realidad, el demonio de todas las cosas apareció y el avatar atacó; casi al unísono la estrella se encendió iluminando el universo buscando a su verdadero rival; frente a ellas Chibi-Moon surgió. En un movimiento suave atacó; y la estrella se apagó. Cuándo la oscuridad reinó el Devenir Cósmico actuó, y la sucesión ocurrió.